Lenguaje jurídico


El derecho en si es conocido por el empleo excesivo de tecnicismos jurídicos que no son comprendidos por todos aquellos que no están familiarizados con la profesión. 
Por esa razón, el lenguaje jurídico tiene como propósito que los textos que son redactados por los abogados se aproximen a un lenguaje que pueda ser entendible por cualquier persona, manteniendo el sentido de la formalidad que demanda la profesión y que esto podría variar dependiendo de los objetivos y circunstancias de cada caso particular, pero teniendo presente a los receptores en su contenido.   
La importancia del lenguaje jurídico es sin duda alguna indispensable. El jurista tiene como su arma principal la palabra, por lo que es prácticamente una obligación manejar las palabras jurídicas con total maestría, precisión y exactitud. 
Ante esta realidad, hay unas cuantas reglas que debe implementar el jurista, que le permitirá darle un buen uso al lenguaje jurídico que le posibilite emplear los preceptos legales de manera tal que pueda ser entendible, preciso y conciso. 
Una de las características del lenguaje es que tiene que ser comprensible. Ahora bien, exigir claridad al lenguaje del derecho implica una cosa mucho más concreta, tomar partido a favor de un lenguaje singularmente nítido y transparente. 
La claridad exige como hábito una apropiada selección del léxico de un abogado en los textos jurídicos, que han de servirse de palabras con un contorno semántico nítido, en vez de voces o vocabulario jurídico de significado denso y sin color alguno o no bien digeridas al público que nos dirigimos. 
Por ende, es necesario que el abogado adopte como una práctica constante en el ejercicio de su profesión, los siguientes aspectos: 
  • La preferencia por frases breves y de estructura gramatical sencilla 
  • Evitar las abreviaturas 
  • Una adecuada puntuación 
  • El rechazo de las locuciones extensas, etc. 
Hoy en día nos encontramos con escritos elaborados por los abogados y observamos que los mismos tienden ser muy extensos y emplean tecnicismo en demasía, sin tener en cuenta a que público o persona se están dirigiendo. 

Nuestra forma de expresión será jurídica siempre; pero, deberá ser sencilla cuando nos dirigimos a un particular lego en Derecho; y, por el contrario, absolutamente profesional y técnica en la redacción de informes o en exposiciones ante órganos judiciales en el desarrollo de los procesos entre profesionales técnicos en Derecho. 

No es más culto el que hace su lenguaje incomprensible, sino el que sabe adaptar su lenguaje a cada momento y a cada interlocutor. Beatriz Sanjurjo Rebollo – Abogada, Dra. en Derecho. 

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